Los pibes de Tinelli
Entrevista “Peter” Alfonso y “El negrito” Luengo. Los dos eran productores de “ShowMatch”. Se hicieron conocidos por sus noviazgos mediáticos. Ahora participan del programa como “famosos”. Qué piensan y cómo viven estos casi galanes.
Forman parte de esa televisión que da oportunidad de aire a todos. Esa “cajita feliz” en la que microfonistas, vestuaristas, tribuneros o personal de limpieza pueden tener su minuto de fama accidental y devenir en personajes con cartel propio. Pedro “Peter” Alfonso y Jorge Luengo pasaron de un trabajo artesanal desde las sombras a una exposición feroz. De productores, a bailarines y galancitos de ShowMatch (El Trece).
Todavía recuerdan una entrevista laboral conjunta que les abrió las puertas al universo Tinelli, ocho años atrás. Tenían intención de ganarse un puesto detrás de las cámaras, pero el guiño del destino volvió a reunirlos delante de la luz roja. Ahora cuando entran al canal los sorprende el tener que gambetear a un séquito de señoritas que aúlla. “Seguimos siendo Pedro y ‘El negrito’. Si bien las chicas nos piden muchas fotos, no nos vestimos diferentes ni cambiamos de perfume”, se ríe el morocho. “A mí lo de galán no me entra en la cabeza. Soy el antigalán. El otro día lo veía a Mariano Martínez y decía Eso es un galán, no yo, dejado” .
Los une más que el verbo producir: “el Fernet, la sensibilidad y el romanticismo”, bromean. Crecieron lejos de las luces de la ciudad, con sueños que no ahondaban en la posibilidad de notoriedad pública. Alfonso nació en José Marmol y hasta hace dos años vivía en aquel barrio suburbano. Luengo -hijo del fotógrafo Jorge- se crió en Tucumán. A los 31 y 25 años, respectivamente, juran que la incipiente fama no podrá cambiarlos. Que no forman parte de “la hoguera de las vanidades” y que en ese juego del zoom efímero, están tan bien plantados que no hay riesgos de “desequilibrios”. Como si estuvieran “menos contaminados”. Y lo subrayan: “Hace años que estamos acá adentro y vimos pasar a muchos Pedro. Eso nos lleva a no confundirnos. Sabemos que el día de mañana todo pasa. No voy a matar a nadie por seguir estando. Cuando se termine, seguimos siendo productores. No somos artistas”, suelta “Peter”.
El caño de fondo, “altar” del ciclo. “Peter” trepa hasta la cima a fuerza de brazos trabajados. Luengo lo imita. La sala de ensayo de la calle Olleros va tomando forma de circo. Entran bailarines, entran curiosos, entran entrenadores de perros y perros de todos los pelajes que siguen las órdenes de subirse a una patineta. “El Chato” Prada, productor ejecutivo, produce hasta en los descansos: ve a sus muchachos en nota con Clarín y, a la velocidad de un rayo, sube la fotografía a Twitter.
En el interior de Ideas del Sur aparenta no haber espacio ni para una pizca de melancolía. No hay tiempo más que para el ruido. Gente bonita que se desvive para mostrarse, música, baile, carcajadas, corridas. Se cruza Tony Kamo. Se cruzan los inocentes canes y no hay paz en Ideas. Esa, justamente, es la idea. Inmersa en esa realidad paralela, la dupla de productores-danzarines se somete obediente a las reglas. La semana pasada se prestaron a depilarse en cámara, en La cocina del show (El Trece)...
No acostumbrados a la exposición, ¿hasta dónde llega su límite? ¿Piensan sus apariciones en pantalla con el criterio de productores que saben de “gancho”? Luengo: Lo de depilarnos consideramos que era divertido para el televidente, estamos entrenados para saber qué puede enganchar, pero no pensamos nuestra participación en cámara. Transmitimos lo que somos. No hay nada armado.
Alfonso: No pensamos qué hacer cuando estamos en cámara. El año pasado yo no pensaba Le voy a cantar a Paula (Chaves, su novia) porque a la gente le va a gustar. Yo pensaba en conquistarla, en si a ella le iba a gustar.
¿Son concientes de que están estableciendo una tendencia, la de los productores que saltan a protagonizar un programa? Peter: Lo somos, pero fijate que no sólo pasa esto en el terreno de los productores. La periferia ahora se puede hacer famosa. Todos los que están en el estudio del canal participan. Se abrió el juego, se ve lo que pasa en los pasillos, el afuera, el backstage. La tele ya no es el aparato donde está sólo el conductor.
Con sendas parecidas, se sienten acariciados por la varita mágica. “Peter” se inició enVideomatch , en 2003, como asistente, luego de un paso previo por la carrera de Producción de TV, a la que abandonó. En su currículum se lee, además, un paso por Circo criollo (con Nicolás Repetto) y una vuelta a Ideas del Sur, en 2007. Luengo cuenta su historia como “poética”: en 2003 “llamaron a casa para hablar con Jorge Luengo y les dije que no estaba, porque creí que querían hablar con mi viejo”, narra. “Yo estaba en el quinto año de la secundaria, en los veranos trabajaba en una heladería, y mi viejo me llevaba a las grabaciones. Ahí me di cuenta de que lo que quería era producir. Y ese primer día trabajé doce horas seguidas”. “Peter” agrega un recuerdo: “En esa primera reunión en 2003, estábamos los dos. Me acuerdo de haber esperado al “Chato” unas cuatro horas. Y cuando la puerta se abrió me dijeron Volvé mañana ”.
Más bien “aprendices” antes que amigos de Marcelo Tinelli, juran que él no establece coordenadas sobre qué hacer y qué no ante la cámara. Entre otras semejanzas, ambos supieron (o saben) lo que es tener parejas mediáticas (ver recuadro). Alfonso es el novio de Paula Chaves. Luengo es ex de Mónica Farro, de quien se separó con escándalo mediático incluido tras la exposición de videos y fotografías de su intimidad con otras mujeres. “Mi familia no está acostumbrada a esto. No me gustaba que mi relación se expusiera, así que menos mi intimidad”, se lamenta el morocho y da vuelta la página. “En ShowMatch todo se potencia. Todo es real y auténtico, pero potenciado”.
En materia de baile, el treintañero de José Mármol rescata su “buen oído”, pero critica su “poca soltura”. Y ahonda en la queja: “No me puedo mirar al espejo para corregirme. Me da vergüenza”. Su compañero y colega también se analiza: “Creo tener también buen oído, pero los trucos y la responsabilidad de que no se caiga tu bailarina generan mucha inseguridad. Yo quisiera relajarme más y que se note eso en la cara, pero todavía no puedo”.
¿Cómo se proyectan si en diez años los volvemos a reunir para una nota conjunta? ¿Qué puestos creen que estarían ocupando? Alfonso: A mí me gustaría una nota como actor protagonista de una tira cómica. Y me imagino casado y con hijos. Todavía no sé cómo soy como actor, pero me gusta el desafío.
Luengo: Yo quisiera ser el productor ejecutivo del mejor programa que exista en el mundo. Te puede parecer ambicioso, pero no conozco cómo es trabajar en un programa distinto. Juego en Primera desde siempre, estoy en el mejor programa de la televisión.